La masificación del gas camina lento pero podría despegar

Han transcurrido doce años desde que el gas de Camisea arribó a la metrópoli, y cuatro desde que el Gobierno decidió emprender la masificación de este recurso energético en las regiones, recurriendo a gasoductos virtuales (camiones cisterna) debido a la ausencia de ductos regionales. En ese lapso, el gas ha beneficiado a más de la mitad de las industrias y al 100% de las centrales térmicas de Lima, generando para ellas millonarios ahorros que han incrementado su productividad y, por ende, el bienestar general.

Sin embargo, la población limeña percibe que este beneficio no ‘chorrea’ de igual forma en sus hogares. E igual ocurre con el público de provincias (que sigue esperando la primera molécula de gas). Esto nos lleva a preguntar: ¿qué sucede con el proceso de masificación del gas natural ?

“Desde una perspectiva global, el gas está masificado. Todos nos hemos beneficiado con tarifas eléctricas más bajas (producto del uso del gas para generación eléctrica), pero cuando se trata de conexiones domiciliarias, la historia es distinta”, apunta Luis Fernández, socio de la consultora Gas Energy.

En efecto, a doce años de iniciada la era del gas, solo tres regiones: Lima, Callao e Ica, cuentan con conexiones domiciliarias a gas. Pero en estas jurisdicciones (a excepción de Ica) la sensación que se tiene es que el hidrocarburo tarda mucho en llegar. ¿Es cierta dicha apreciación?

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